lunes, 23 de septiembre de 2013

Y aquí estoy, en guerra contra mi alrededor, no me hace falta ningún motivo.

Y qué razón tenía aquel que me dijo que nunca me debo fiar, y mucho menos ilusionar, de nada y de nadie...
Al fin y al cabo, ¿en qué debo confiar? ¿En aquella persona que no me demuestra día a día pero a la hora de la verdad le importo? ¿O en aquella que demuestra y demuestra pero a la hora de la verdad se esconde?
Si de algo (de lo poco) que me he dado cuenta en estos últimos años, es, sin duda, que el tiempo nos maneja. Que tres segundos puede cambiarnos la vida, un mes conviviendo con quién creías tu media naranja, un año alejada de tu mejor amiga, una semana con alguien que ahora es un desconocido....
He de decir que pasan los años y aumentan las decepciones.. ¡benditas decepciones! Sin duda alguna,ese es el verdadero problema de crecer, el problema por el cual todos deseamos ser como Peter Pan, vivir en nuestra burbuja sin preocupaciones ni rayadas el resto de nuestra vida...Sin ver como las personas cambian en tu cara y no poder hacer nada, solo tener la esperanza de que en algún instante todo vuelva a ser igual que antes.
Maldito verano que aleja y une a personas... Te hace darte cuenta de tantas cosas...
Y aquí estoy, primer día de otoño, con frío en los pies después de tres meses, y esperando a que venga alguien nuevo, diferente. El príncipe azul de los azules, y me rescate de esto a lo que llamamos "amistad". En realidad, ¿para qué? Si no existen, nunca han existido. Tengo a todos a la vez que a ninguno, y ¿Sabes qué? No necesito más. Sé que si tengo a alguien al lado, me llevaré otra decepción de la larga lista que llevo.
Viva la desconfianza, la humildad, el desamor, los flechazos y la eterna locura...Locura... Y que viva.

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